Corot: El pintor y sus modelos

 

La exposición Corot: El pintor y sus modelos es la primera manifestación parisina dedicada al artista desde la gran retrospectiva organizada en el Grand Palais en 1996. Presentada en el Museo Marmottan Monet, cuenta como comisario con Sébastien Allard, conservador general del patrimonio y director del Departamento de Pinturas del Museo del Louvre. La exposición reúne un excepcional conjunto de cuadros que representan figuras humanas, y celebra la parte más personal, la más secreta, pero también la más moderna del artista. Conocido sobre todo por sus paisajes y sus estudios sobre el «motivo» que abren el camino a la modernidad de los impresionistas, Camille Corot fue también un pintor de figuras. La exposición reúne una sesentena de estas figuras procedentes de las más prestigiosas colecciones públicas y privadas de Europa y Estados Unidos, y pretende volver a explorar esta parte importante de la carrera del pintor. Entre las grandes obras maestras presentadas destacan la famosa Mujer de la perla, la Dama de azul del Louvre o la impresionante Italiana de Londres que antaño formaba parte de la colección del pintor Lucian Freud, pero también obras igualmente deslumbrantes, aunque vistas raramente, como algunos desnudos. La exposición trata la parte más íntima de la producción de este artista mundialmente famoso por sus paisajes.

Joven italiano sentado, c. 1825, Jean-Baptiste Camille Corot, Reims, Museo de Bellas Artes de la ciudad de Reims

Joven italiano sentado, c. 1825, Jean-Baptiste Camille Corot (Reims, Museo de Bellas Artes de la ciudad de Reims)

El recorrido nos hace descubrir los retratos que hizo de sus allegados y, especialmente, la intimidad de su taller donde se daban cita los modelos más famosos de la época (como Emma Dobigny), los mismos que trabajaban para Manet o Degas. Corot, contemporáneo de Delacroix, pertenece a una generación anterior a la de la «nueva pintura», iniciada por Degas y Manet; es con sus figuras, más que con sus paisajes, que alrededor de 1850-60, entra en diálogo con ellas, como lo muestra la Dama de azul. Esta exposición descubre el momento de cambio entre romanticismo y realismo o entre romanticismo e impresionismo, arrojando una nueva luz sobre uno de los genios de la pintura francesa del siglo XIX, que con demasiada facilidad la historia del arte lo ha reducido a su actividad de paisajista.