Andrea del Sarto: frescos de la Annunziata

Andrea del Sarto: Vida de san Felipe Benizzi

El ciclo de frescos de la Vida de san Felipe Benizzi (general de la Orden Servita en 1267 y fundador de los conventos de París, Montpellier y Toulouse) pintado por Andrea del Sarto en el llamado Claustro de los Exvotos de la iglesia de la Annunziata de Florencia fue relatado con todo detalle por Vasari: desde el encargo que se debía «a un hermano sacristán a cargo de la venta de las velas» del convento de los servitas, llamado fra Mariano del Canto alle Macine, hasta la descripción de las escenas, relatadas en un orden verosímil. Fra Mariano, después de haber escuchado los elogios prodigados a del Sarto por su trabajos anteriores, habría decidido hacerle reanudar el ciclo iniciado por Cosimo Roselli en 1476. Para convencer al joven Andrea para que aceptara un trabajo que podía impresionarlo por su envergadura,  dice el biógrafo que al pintor de «poco coraje», el monje le presentó este encargo como un gesto de «caridad» pero que lo daría a conocer a posibles comitentes y liberarlo así de sus dificultades económicas. Este ciclo, situado en «un lugar público muy visitado», lo haría ser reconocido en su justo valor por sus conciudadanos y extranjeros. El claustro de la Annunziata era uno de los lugares más concurridos de Florencia, lugar de paso obligatorio de todos aquellos que, de la ciudad o de más lejos, venían a ese santuario mariano a implorar ayuda o dar las gracias por favores recibidos. Los murales de Lotto han sido restaurados recientemente y hoy podemos admirarlos nuevamente en todo su esplendor.

Vista del claustro de la Annunziata, Florencia
Vista del claustro de los exvotos de la Santissima Annunziata, Florencia

En los murales de los claustros de la Annunziata, realizados en varias etapas, se puede interpretar toda la trayectoria artística de Andrea del Sarto. En el primero, pintó escenas de la Vida de san Felipe Benizzi (c. 1510) y la Vida de María (c. 1514), y la luneta con la Virgen del Saco (1525), una de sus mejores obras; en el segundo, pintó las Historias de san Juan Bautista, un ciclo que comenzó en 1515 y terminó en 1526.

Las dos primeras escenas, San Felipe vistiendo a un leproso y el Castigo de los pecadores, situadas en un paisaje campestre, ofrecen una narrativa dinámica: la historia avanza por eventos sorprendentes que le dan a la escena un carácter inesperado. En el tercero, la Curación de la poseída, aparece, en lugar de las vistas del paisaje, una decoración arquitectónica monumental que continuará en los últimos episodios de la Vida de san Felipe Benizzi. La narrativa – aunque el tema se presta a escenas algo agitadas – parece apaciguarse, sin tener aún el tono apacible y austero de las dos últimas, el Funeral de san Felipe con la resurrección de un niño y el Milagro de las reliquias.

San Felipe vistiendo a un leproso, c. 1510, Andrea del Sarto
San Felipe vistiendo a un leproso, c. 1510, Andrea del Sarto (Florencia, iglesia de la Annunziata)

En esta escena, el plasticismo y la orgullosa expresión de la figura que avanza estirando el brazo recuerdan a Franciabigio,y el personaje desnudo en el fondo, tiembla como su antepasado más robusto pintado por Masaccio en la Capilla Brancacci, de la cual derivan su figura y la actitud, ya que todavía se estudiaban en el Carmine estas referencias fundamentales para los pintores.

En el segundo fresco, el Castigo de los pecadores, destaca el grupo de pecadores caídos en el suelo inanimados o empujados por la fuerza centrífuga del rayo que golpea el árbol. Se observan reminiscencias del cartón de Miguel Ángel para la Batalla de Cascina, paso necesario para los artistas que se formaron en Florencia a principios del siglo XVI, y como cuenta Vasari, ni Andrea ni Franciabigio, eludieron. En el mismo grupo, también hay referencias a la Batalla de Anghiari, contrapunto leonardesco al torbellino de cuerpos de Buonarroti, lo que atestigua el fervor de los artistas por la investigación.

El Castigo de los pecadores, Andrea del Sarto
El Castigo de los pecadores, detalle, c. 1510, Andrea del Sarto (Florencia, iglesia de la Annunziata)
Curación de la mujer poseída, c. 1510, Andrea del Sarto
Curación de la mujer poseída, c. 1510, Andrea del Sarto (Florencia, iglesia de la Annunziata)

Con este tercer fresco, pasamos a un espacio cerrado. Las figuras están dispuestas en semicírculo, para invitar al espectador a dirigir su mirada hacia la mujer poseída, con la cabeza invertida en un escorzo complicado, con el paisaje de fondo que permite ver el arco central de la arquitectura clásica. La composición parece reelaborar ciertas obras de Perugino; incluso presagia, aunque reduciéndolas a una medida más florentina, las imponentes escenografías que Rafael pintó en esa misma época en la Estancia de la Signatura.

Vasari dice que Andrea del Sarto, después de haber terminado los tres primeros frescos, «así alentado, pintó otras dos composiciones en el mismo claustro: el Funeral de san Felipe con la resurrección de un niño y el Milagro de las reliquias.» Fueron realizados probablemente después de una pausa de pocos meses, y acabados a finales del otoño de 1510. En estos últimos trabajos, se encuentran referencias a la reciente tradición figurativa florentina, en particular a Ghirlandaio en el fresco del Funeral de santa Fina en la Colegiata de San Gimignano, un ejemplo apropiado para la escena de tema similar de la Annunziata.

El Milagro de las reliquias, c. 1510, Andrea del Sarto
El Milagro de las reliquias, c. 1510, Andrea del Sarto, detalle
El Milagro de las reliquias, c. 1510, Andrea del Sarto
(Florencia, iglesia de la Annunziata)

Andrea del Sarto: Viaje de los Magos

El nuevo fresco de Andrea del Sarto (1511) que representa la llegada de los Reyes Magos al palacio de Herodes, está marcado por un sentido monumental de la composición, por un ritmo heroico que no aparecía en las escenas dedicadas a san Felipe, donde el relato mantenía un acento familiar; los personajes se mueven en una atmósfera llena de nobleza, pero familiar de alguna manera. Ahora, por el contrario, el espacio se ensancha repentinamente casi de forma excesiva y el ojo se pierde en la distancia sin encontrar ningún obstáculo; como si el artista, abandonando una estrecha vision de miras provincial, hubiera adquirido el sentido del infinito y también el de una época mucho más lejana en el tiempo. El punto de partida fue probablemente un viaje a Roma de del Sarto que habría tenido lugar en 1511. Únicamente en la Ciudad Eterna, un artista florentino podía ver desarrollados completamente esos conceptos, que en su ciudad natal solo se habían esbozado con el cartón de Miguel Ángel para la Batalla de Cascina: en 1511, la «terrible» bóveda de la Sixtina llegaba a su término, como los grandiosos frescos de Rafael en la Estancia de la Signatura. Como no podía sorprenderse uno ante imágenes tan poderosas! El cambio en la mentalidad artística fue muy importante.

El Viaje de los Magos, 1511, Andrea del Sarto
El Viaje de los Magos, 1511, Andrea del Sarto
(Florencia, Chiostrino dei voti, Santissima Annunziata)

Por supuesto, la tradición artística florentina seguía en vigor. Si observamos a lo lejos la misteriosa procesión del cortejo de los Magos, recuerda la Adoración de los Magos de Filippino Lippi, realizada para San Donato en Scopeto, y la gran roca con árboles en la cresta, recuerda los paisajes de fondo de Piero di Cosimo.

El Viaje de los Magos, 1511, Andrea del Sarto, detalle

Las figuras en primer plano incluyen los retratos del propio Andrea, Jacopo Sansovino y el músico Piero dell’Ajolle (nos dice Vasari), así como la figura envuelta en ropajes con abundante drapeado que podría tratarse de un joven Rosso Fiorentino. Las figuras poderosas, el fondo formado por una imponente arquitectura sesgada y el cielo que invade casi toda la parte superior de la luneta, recuerdan la nueva cultura de origen romano.

Andrea del Sarto: Natividad de la Virgen

Con el Nacimiento de la Virgen concluyen las intervenciones de Andrea del Sarto en el llamado Claustro de los Exvotos de la Annunziata. Así, concentradas en un mismo espacio, estas obras, cuya realización duró  cinco años reflejan el desarrollo estilístico del artista en un momento crucial, no solo para su carrera, sino también para la génesis, en Florencia, de una nueva forma de expresión. Incluso más que en el Viaje de los Reyes Magos, la influencia de la pintura romana de Miguel Ángel y Rafael se puede ver en las solemnes dimensiones de la estancia donde se desarrolla la historia, en la monumentalidad escultórica de las dos mujeres lujosamente vestidas, en el centro, cuya postura, idéntica, es la de un mismo modelo, estudiada desde dos ángulos diferentes. Finalmente, en el cromatismo de los drapeados, de colores vívidos e incluso disonantes. Al mismo tiempo, el pintor no pierde de vista a lo que se hace en Florencia. Obras de un pasado próximo, como los frescos de Ghirlandaio en Santa Maria Novella, la Natividad de la Virgen y el Nacimiento de san Juan Bautista, que aquí Andrea interpreta libremente.

Natividad de la Virgen, Andrea del Sarto
Natividad de la Virgen, Andrea del Sarto, detalle
Natividad de la Virgen, pintura al fresco, c. 1513, Andrea del Sarto
(Florencia, Chiostrino dei voti, Santissima Annunziata)

Las referencias a la escultura helenística son evidentes en las poses serpentinas de las atareadas sirvientas alrededor de Maria recién nacida y un Joaquin desconcertado y apartado, como un intruso, en esta asamblea de mujeres.Se pueden apreciar también influencias venidas del otro lado de los Alpes, especialmente de Durero.

Andrea del Sarto: Virgen del saco

La Virgen del saco de Andrea del Sarto toma su nombre del saco en el que se apoya José. Un encargo que, como ya le había sucedidos varias veces, Andrea decidió aceptar por una pequeña suma, el poco dinero que una mujer había dejado a un hermano servita, llamado Jacopo, en pago de un exvoto a la venerada imagen de la Santissima Annunziata. Andrea vivía cerca de la iglesia, en el ángulo de las calles hoy llamadas Via Capponi y Via Giusti, en la casa que se había construido con el dinero del rey de Francia, dice Vasari. Ya había dejado evidencias significativas de su talento en el Claustro de los exvotos y en la basílica. Ya no tenía necesidad de darse a conocer o de hacer prueba de su talento en un lugar accesible a todos. Tal vez las buenas relaciones que se habían establecido a lo largo de los años entre el pintor y los hermanos servitas, lo llevaron a aceptar un encargo para una obra que después de todo «solo contaba con tres figuras» nos dice Vasari.

Virgen del saco, Andrea del Sarto
Virgen del saco, pintura al fresco, 1525, Andrea del Sarto
(Florencia, gran claustro de la Annunziata, conocido como Chiostro dei morti)

La Virgen del saco, que representa tal vez una Adoración del Niño o, más probablemente, un Descanso en la huida a Egipto fue, según Bocchi (1591), muy admirada, incluso por Miguel Ángel y Tiziano. Representa la cima del clasicismo de Andrea del Sarto por el equilibrio solemne y mesurado entre el espacio y las figuras, pintadas para ser vistas desde abajo (di sotto in su) y enmarcadas por dos arquitecturas vistas en escorzo. La imponente composición de la Virgen sosteniendo al Niño se ha relacionado con los Ancestros de Cristo de la bóveda de la Sixtina (Berenson). Los recuerdos de la primera visita a Roma en 1511, y probablemente de una segunda, se fusionan hábilmente para llegar a un resultado completamente independiente de los modelos estudiados en Florencia.

Andrea del Sarto : La Última Cena de San Salvi

El encargo del fresco de la Última Cena a Andrea del Sarto para el refectorio del monasterio de Vallombrosa en San Salvi, cerca de Florencia, data del 15 de junio de 1511. Se debe a Don Ilario Panichi, monje y benefactor de Vallombrosa, quien financió obras de albañilería, decoración y mobiliario. Las obras sufrieron una larga interrupción, ya sea debido a la reestructuración del convento o quizás como hace alusión Vasari en la primera edición de las Vidas (1550), a «malentendidos y desórdenes internos». En 1522, Panichi, comitente de la obra, ya había muerto, y Andrea del Sarto tardó otros cuatro años en hacerse cargo y completar el trabajo. El fresco, excepcionalmente bien conservado, había sido restaurado después de la inundación de 1966. Casi fue enteramente destruido en 1529 cuando la ciudad envió a un equipo de demoledores para derribar el monasterio, habiendo recibido la orden de aplicar la «táctica de la tierra quemada» ante las tropas imperiales y pontificias listas para asediar Florencia. Según cuentan Varchi y Vasari, los demoledores quedaron tan impresionados por la obra de Andrea que abandonaron su misión.

La Última Cena, 1526-1527, Andrea del Sarto
La Última Cena, 1526-1527, Andrea del Sarto, detalle
La Última Cena, 1526-1527, Andrea del Sarto (Florencia, Museo del Cenacolo di San Salvi)

Realizada en sesenta y cuatro «jornadas» (giornate), la Última Cena demuestra la vasta cultura y conocimientos de Andrea. Está inspirada en modelos famosos como la Última Cena de Rafael, grabada por Marcantonio Raimondi (c. 1517), la Cena de Leonardo da Vinci y el grabado sobre el mismo tema tomado de la Gran Pasión de Durero (1510). Sin embargo, el artista ha combinado y asimilado tan bien los diversos motivos, que el resultado es una obra extremadamente original, fundada en la disposición dinámica de los apóstoles alrededor de Cristo. El color brillante se ha amenizado con preciosos destellos, los llamados cangianti (colores cambiantes) en los drapeados.


Bibliografía

Natali, Antonio. Andrea del Sarto. Éditions Abbebylle, Paris, 2000
Zuffi, Stefano. La Peinture de la Renaissance italienne. Seuil, 2013
Gombrich, E.H. Histoire de l’Art, Phaidon, 2001
Pinelli, Antonio. La Belle Manière. Paris. Le livre de poche, 1996
Vasari, G. La vie des meilleurs peintres, sculpteurs et architectes, Actes Sud, Paris, 2005