La escena de género en Francia

La escena de género y el espíritu de la Ilustración

Los pintores del siglo XVIII integraron en sus obras numerosos elementos de la Ilustración (Lumières en francés), amplificándolos, enriqueciéndolos y matizándolos al mismo tiempo. Sus obras implican una naturalización del mundo material y una humanización del espacio social. Desde Watteau, reservan un lugar central al amor, pasión humana por excelencia. Obras que alaban lo cotidiano, lo cercano, lo imperfecto; el tiempo de los héroes sobrehumanos, la belleza ideal de hombres y mujeres, paisajes e interiores sublimes, ha quedado atrás. Esta nueva pintura, la llamada escena de género o pintura de género no siempre fue hostil al Rococó, pero se oponía a sus ficciones. En cierto modo, su propósito moral era el grano de sal agregado a un arte que pretendía retratar y comentar lo cotidiano. Fue esa misma moral la que revolucionó el arte, porque la pintura de la vida cotidiana ya había sido tratada por muchos pintores en el siglo anterior, especialmente por los pintores holandeses. Esta tradición de pintura de género directa y franca se perpetuó en el siglo XVIII, a veces teñida de un poco de humor o de patetismo, pero obtiene sus mayores éxitos cuando brinda una visión compleja y a veces molesta de la realidad. Dada la actitud «oficial» que prevalecía en toda Europa, algunos aspectos de la corriente que abogaba por el retorno a la naturalidad y a la simplicidad son poco conocidos. Ello se hace especialmente evidente en Italia, un país considerado como la cuna de la pintura barroca existía una corriente subterránea de pintura realista que se interesaba por la gente común. Al igual que en Piazzetta o en Chardin, la pintura de género describe aspectos de la vida cotidiana con la misma seriedad reservada antes a las pinturas de historia. Hogarth, Traversi, Magnasco, todos recibieron encargos de obras religiosas tradicionales, aunque no fueron estas pinturas las que los hicieron famosos. Sabemos que el pintor francés Greuze aspiraba a ser un pintor de historia y consideró «una afrenta» su admisión a la Academia solo como pintor de género.

El joven dibujante, c. 1759, Chardin
El joven dibujante, c. 1759, Jean-Baptiste Simeon Chardin (Fort Worth, Texas, Museo de Arte Kimbell)

El período de la Ilustración representa uno de los episodios fundamentales de la historia europea. En la forma de representar la relación del cuadro con el contexto pictórico y social de su época, Hogarth sigue siendo el representante más conocido de lo que se convertiría en un género en sí mismo. Estableció sus objetivos muy claramente, y su obra estaba teñida con un matiz literario que presagiaba muy claramente a Greuze. Diderot allana el camino para la alteración de la jerarquía de los géneros, la primacía de los valores plásticos e imaginativos sobre los valores sociales. Sin embargo, este objetivo va acompañado de una preocupación moral cuando formula el famoso programa: «Hacer amable la virtud, el vicio odioso, que se note lo ridículo, este es el proyecto de todo hombre honesto que tome la pluma, el pincel o el cincel.»

La ópera del mendigo, 1730, William Hogarth
The Beggar’s Opera (La ópera del mendigo), 1730, William Hogarth (Londres, Tate Britain)

El pintor se inspiró de una escena de la ópera del mismo nombre de John Gay, interpretada en 1728. En el cuadro, Hogarth estigmatiza tanto a magistrados como a carceleros.

Las pinturas de género también prestan especial atención a quienes ocupan los márgenes de la sociedad, charlatanes y vagabundos, prostitutas y mendigos. E incluso para aquellos que voluntariamente transgreden normas sociales, ladrones, bandidos y asesinos, así como por la violencia simétrica que desencadenan: la de las prisiones, los lugares de tortura, las ejecuciones, como en Goya o Magnasco.»Tan bárbara la seguridad como el delito», escribió Goya.

La escena de género francesa y la pintura nórdica

La afinidad entre la escena de género francesa y la pintura de género nórdica consiste esencialmente en el retorno a la observación directa y familiar de las cosas; Gérard Dou está de moda, Tournières lo copia. Watteau, se inspira en Willem Kalf (en L’Écureuse de cuivres), pero son los pequeños maestros quienes están confinados en el «a la manera de». Los grandes pintores marcan con su talento esas referencias: uno no puede evitar evocar a Teniers ante una pintura de Watteau o de Chardin, captar algo de Jan Steen en Greuze, en el modo narrativo y en como multiplica los detalles; encontrar los fondos de Pieter de Hooch en Chardin. Podríamos multiplicar los ejemplos … Watteau, Chardin, Fragonard, los más grandes maestros franceses del siglo XVIII se dedican al menos por un tiempo a la pintura de «género». En Francia, desde Abraham Bosse y los hermanos Le Nain, el género se había abandonado, sus temas parecían carentes de nobleza. ¿Como se produjo esa rehabilitación? Fue, entre otras cosas, una cuestión de moda. Los amateurs y coleccionistas juzgaban las grandes composiciones del llamado «Gran Arte», poco adecuadas para la decoración de sus pequeños e íntimos salones, como los recientemente inaugurados boudoirs. El pequeño formato y la ausencia de pompa explican el interés por los pequeños maestros de la pintura nórdica; «La moda, dice Caylus ante la Academia, casi ha desterrado a Italia de nuestros gabinetes, y ahora solo nos presenta a flamencos». El ascenso de una rica burguesía convertida en mecenas fomenta esa predilección por la pintura realista.

L’Écureuse de cuivres, 1709-1710, Antoine Watteau
L’Écureuse de cuivres, 1709-1710, Antoine Watteau (Estrasburgo, Museo de Bellas Artes)

Atribuida en un principio a Chantereau (1670-1757), la pintura se situaría antes de la entrada de Watteau en el taller de Gillot. El cuadro recuerda los efectos luminosos de Rembrandt y los interiores campesinos de Van Ostade.

La lección de música, 1770, Jean-Honoré Fragonard
La lección de música, 1770, Jean-Honoré Fragonard (París, Museo del Louvre)
La lavandera, c. 1730, Chardin
La lavandera, c. 1730, Chardin (San Petersburgo, Museo del Hermitage)

Maestro de la naturaleza muerta, Chardin sabe representar maravillosamente la humilde poesía del trabajo diario. Aunque a menudo se le reprochaba la búsqueda de la simplicidad en sus temas, ello no afectó a su gran popularidad.

Alrededor de Chardin

Con modestos temas sobre interiores burgueses, Chardin, con un estilo de excepcional virtuosismo, ennoblece la escena de género popular, directamente inspirada en las pinturas holandesas del siglo XVII, que tanto atraían a los amateurs parisinos, sus contemporáneos. El éxito de la pintura sobre la vida íntima está asegurado; la familia, criados y sirvientes se convierte en tema de predilección: cocineras, madres, niños, son los temas favoritos de Chardin, quien de 1737 a 1752 se dedica principalmente a composiciones o figuras de pequeño formato, alcanzando aquella dignidad inamovible que tenían las obras de Le Nain. En Chardin, no hay lugar para la anécdota. Ya sea traduciendo los sentimientos de afecto mutuo de padres e hijos, la serenidad del hogar burgués o la nobleza del trabajo de los humildes. Alrededor de Chardin, Étienne Jeaurat retoma sus temas enfatizando el lado narrativo. Con el mismo espíritu, Jean-Baptiste Pierre, a su regreso de Italia, ejecuta La maestra de escuela de Auxerre. En sus mejores obras, Colson combina la sensibilidad de Chardin y la sensualidad de Boucher (El reposo, Museo de Dijon). Lépicié le debe tanto a Chardin como a Greuze, quien dominará la pintura de género o escena de género a partir de 1760.

Las peladoras de guisantes, 1759, Étienne Jeurat
Las peladoras de guisantes de la Halle, c. 1759, Étienne Jeurat
(París, Museo Carnavalet)
El pegador de carteles, c. 1740, Étienne Jeaurat
El pegador de carteles, c. 1740, Étienne Jeaurat
(París, Museo Carnavalet)
La mala noticia, 1740, Jean-Baptiste Marie Pierre
La mala noticia, 1740, Jean-Baptiste Marie Pierre
(París, Museo Nissim de Camondo)

Educado por su padre, Nicolas-Bernard Lépicié (París 1735-1784), pintor y escritor de arte francés, fue especialmente influenciado por Chardin, quien le inspiró grabados e imitó en muchas escenas de género. Lépicié realizó muchas pinturas de historia, pero se hizo famoso con con Le lever de Fanchon de 1773, una escena familiar llena de naturalidad donde se inspira en Chardin y en Greuze.

El patio de la aduana, 1775, Nicolas-Bernard Lépicié
El patio de la aduana, 1775, Nicolas-Bernard Lépicié (Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza)
Le lever de Fanchon, 1773, Nicolas-Bernard Lépicié
Le lever de Fanchon, 1773, Nicolas-Bernard Lépicié (Saint-Omer, Museo del hotel Sandelin)
El joven dibujante, 1772, Nicolas-Bernard Lépicié
El joven dibujante (el pintor Carle Vernet a la edad de 14 años), 1772, Nicolas-Bernard Lépicié
(París, Museo del Louvre)

El pintor Etienne Aubry (1745-1781) con Amor paterno y el El adiós a la nodriza o Pierre-Alexandre Wille (1748-1821) con La doble recompensa del mérito siguieron la lección moralizadora de Greuze, sin lograr una gran notoriedad. Jean-Baptiste Le Prince (1734-1781), más prudente, eligió presentar escenas de género basadas en los mismos clichés, los de la «familia feliz», al tiempo que generaba interés por su transposición al mundo ruso. El atractivo del exotismo se asociaba con el interés de los franceses por un pueblo cuyo destino político los fascinaba: «¿acaso nuestros filósofos no sueñan con introducir sus reformas?»

Adiós a la nodriza, 1776-1777, Étienne Aubry
El adiós a la nodriza, 1776-1777, Étienne Aubry (Colección privada)
La cuna rusa, 1765, Jean-Baptiste Le Prince, Los Ángeles, Getty Center
Le berceau russe, 1765, Jean-Baptiste Le Prince
La cuna rusa, 1765, Jean-Baptiste Le Prince (Los Ángeles, Getty Center)

La obra de Le Prince se situa entre la pastoral y la escena costumbrista. Sus temas agradarán tanto que el artista multiplicará las pinturas y realizará los cartones de una serie de tapices de Beauvais, los Juegos Rusos.

Entre Fragonard y David

Otros artistas de fin de siglo explotarán otras formas de la escena de género, anecdótica y sin un sentido moral real. Su valor documental para el conocimiento de las costumbres y los acontecimientos históricos es innegable. Así, Léopold Boilly (1765-1845) nos ha dejado, junto con otras obras más oficiales como El triunfo de Marat (1794), escenas bien observadas de la realidad. El período revolucionario, especialmente el Directorio, conservará el gusto de Rousseau por la virtud natural. En la línea de Greuze y de su cuadro Padre de familia entregando el arado a su hijo, François-André Vincent (1746-1816) presenta en el Salón de 1798 una Lección de arado digna de l’Émile de Rousseau, donde campesinos y burgueses comulgan en una misma exaltación del trabajo manual y de la tierra; es una visión idílica de la armonía recuperada.

La lección de arado, François-André Vincent
La lección de arado, Año VI (1798), óleo sobre lienzo, 213 x 313 cm. François-André Vincent (Burdeos, Museo de Bellas Artes)
La lección de geografía, 1812, Louis-Leopold Boilly
La lección de geografía, también conocido como El retrato de monsieur Gaudry y su hija, 1812, Louis-Leopold Boilly (Kimbell Art Museum)
Una fiesta en el Coliseo, óleo sobre lienzo, 76.5 x 92.3 cm., François Watteau, llamado Watteau de Lille
Una fiesta en el Coliseo, Watteau de Lille, detalle
Una fiesta en el Coliseo, óleo sobre lienzo, 76.5 x 92.3 cm., François Watteau, llamado Watteau de Lille, (Lille, Museo de Bellas Artes)

François Watteau es el segundo de los dos pintores conocidos como «Watteau de Lille», y es en la escena de género donde realiza sus mejores obras. Hasta alrededor de 1790, produjo «scènes d’agrément» que aunque situadas en los últimos años del Antiguo Régimen, conservan el recuerdo de las fiestas galantes del famoso Antoine Watteau, su tío abuelo. Aunque no esté considerado como un pintor de género, el cuadro de Watteau, al igual que hará Greuze años más tarde, sirve de testimonio histórico porque la escena se desarrolla en un parque característico de finales del siglo XVIII. La composición permite observar las diversas actividades que ofrece este lugar bucólico. El hecho de que varios hombres y mujeres usen la escarapela tricolor, lleva a pensar que la pintura fue realizada después de 1789.


Bibliografía

Lavezzi, Élisabeth. La scène de genre dans les Salons de Diderot. Herman, Paris, 2009
Collectif. L’art au XVIIIe siècle. Hazan, 2009
Jarrassé, Dominique. La peinture française au XVIIIe siècle, Terrail, Paris, 1998
Hofmann, Werner. Une époque de rupture 1750-1830. Gallimard, 1995
Chastel, A. L’art Français XVIIe XVIIIe siècles, Flammarion, 1995