Los pintores de Barbizon

El grupo de artistas de Barbizon

El nombre de este grupo de pintores proviene de un pueblecito al borde del bosque de Fontainebleau (Barbizon) donde en 1835 se asentaron Theodore Rousseau, Jean-François Millet y más tarde Charles Jacque. Narcisse Díaz de la Peña y Constant Troyon fueron los más asiduos, Camille Corot, Jules Dupré y Alexandre Decamps se reunían con ellos en la posada Gane. Lugar de comunión con la naturaleza, la localidad de Barbizon se convirtió en un retiro alejado del espacio urbano en plena mutación. El grupo de Barbizon no fue una escuela ni en el sentido institucional ni en el teórico del término, sino que cristalizó entre la Revolución de Julio y la Comuna en una época donde nacía una nueva sensibilidad característica de la era industrial.

Paralelamente al redescubrimiento del paisaje holandés del siglo XVII y de los paisajistas ingleses (Turner y Constable), su contribución a la pintura francesa fue el abandono del paisaje histórico en favor de una visión de la naturaleza pintada sur le motif, es decir, directamente del natural, con escrupulosa sinceridad y un sentimiento panteísta, visión que inspiró al realismo y al impresionismo. Estos artistas formaron un grupo social informal, evolucionando a merced de amistades o disputas, sabiendo mostrar su solidaridad cuando era necesario: Díaz de la Peña, de familia acomodada y cuyas pinturas se vendían bien, ayudó a sus colegas menos afortunados como Rousseau, Millet y más tarde Jongkind. Sin embargo, estos artistas no se consideraron como un grupo organizado, ni publicaron ningún manifiesto.

Estudio de rocas y árboles, 1835, Théodore Rousseau
Estudio de rocas y árboles, 1835, Théodore Rousseau (Estrasburgo, Musée des Beaux-Arts)

Theodore Rousseau

Theodore Rousseau (París 1812 – Barbizon 1867) se especializó en pintura paisajística y viajó a diferentes regiones de Francia para encontrar su propia manera influenciado por los holandeses, por J. Constable y por los paisajistas ingleses que habían introducido una nueva forma de percibir la naturaleza. En París fue rechazado en los Salones, chocando con una clara oposición por parte de los clásicos (Descente des vaches, 1835). Se retiró a Barbizon, donde ya trabajaba un grupo de jóvenes pintores. Admitido en el Salón de 1848, pintó por encargo del Estado, Aux limites de la forêt de Fontainebleau (París, Louvre); el éxito le llegó en 1855 cuando, junto con Decamps, le fue dedicada una sala en la Exposición Universal. Sin embargo, Rousseau permaneció en Barbizon, donde continuó pintando las atmósferas oscuras y secretas del bosque, prestando especial atención a los efectos atmosféricos y a los fenómenos luminosos (Efecto de tormenta: vista desde la llanura de Montmartre, 1850, París, Louvre), obteniendo una vibración de los colores por medio de toques exacerbados. Jugó un papel importante en el nacimiento del impresionismo.

Camino en el Bosque de Fontainebleau, Theodore Rousseau
Camino en el Bosque de Fontainebleau, efecto tormenta, entre 1860 y 1865, Theodore Rousseau (París, Musée d’Orsay)
La cabaña de los carboneros, c. 1850, Theodore Rousseau
La cabaña de los carboneros, c. 1850, Theodore Rousseau (Dallas, Museum of Art)

En Los robles de Apremont, una obra maestra de este período, Rousseau pone de manifiesto una inspiración serena, en perfecta simbiosis con la naturaleza. Prescindiendo de la tendencia pintoresca aunque seductora que Corot sabía introducir en sus obras, en Cavalier sous l’orage Rousseau trata el tema vegetal con seriedad monumental. El gran roble, domina con su imponente presencia las figuras y la llanura circundante.

Los robles de Apremont, Théodore Rousseau
Los robles de Apremont, Exposición Universal de 1875, Théodore Rousseau
(París, musée du Louvre)
La primavera, Théodore Rousseau
La primavera, óleo sobre lienzo 0,41 x 0,63 m. Théodore Rousseau (París, musée du Louvre)

En sus últimos años, el artista, apoyado por su amigo Jean-François Millet, llevó hasta límites extremos su investigación formal. Experimentó con formatos originales, como el óvalo de una Vue du Plateau de Bellecroix (París, Museo del Louvre) que recuerda algunos daguerrotipos.

Otro pintor de Barbizon, Charles Jacque (1813-1894), cuyo tema predilecto eran los rebaños de ovejas, sabía cómo representar, por medio de colores grasos, la rusticidad de paisajes intemporales. El éxito de su pintura fue tal que tenía dificultades para satisfacer la demanda. Se convirtió en un extraordinario maestro del aguafuerte, en cuya resurrección la «escuela de Barbizon» contribuyó de forma importante. Corot, Daubigny, Millet y Rousseau practicaron esta técnica.

La Vieille forêt, 1860-1870, Charles Jacque
La Vieille forêt, 1860-1870, Charles Jacque (Nueva York, Brooklyn Museum)

La materia aterciopelada, la vibración de los colores y la precisión de una línea concisa y segura, introducen en sus rebaños y rediles de ovejas una dimensión poética, casi misteriosa.

La obra de Charles-François Daubigny (1817-1878), registraba la diversidad de los cambios que se estaban produciendo en el mundo artístico. A principios de la década de 1850, se distanció de lo pintoresco que producía Barbizon, adoptando una amplitud casi clásica, probablemente inspirada por su encuentro con Corot, y un realismo paisajístico poco modificado donde se evidencia su paralelismo con la fotografía. Más tarde, su interés por los juegos de luz y los reflejos sobre el agua, lo llevó a navegar por el Sena y el Oise, en un mítico bateau-atelier, como el que utilizaba Claude Monet.

La primavera, 1862, Charles-François Daubigny
La primavera, 1862, Charles-François Daubigny (Berlín, Alte Nationalgalerie)

Constant Troyon

Constant Troyon (Sèvres 1810 – París 1865) sacó su inspiración de los grandes paisajistas y animalistas holandeses del siglo XVII, de los cuales estudió las obras durante una estancia en Holanda en 1847-48. Formó parte de la escuela de Barbizon y pintó paisajes cercanos a los de Theodore Rousseau (Cours d’eau dans un bois, Les Hauteurs de Suresnes – Curso de agua en un bosque, Las alturas de Suresnes, 1856, París, Louvre), obras que ponen de manifiesto un interés por el naturalismo y anuncian la pintura de Courbet.

Guarda de Caza junto a sus perros, 1854, Constant Troyon
Guarda de Caza junto a sus perros, 1854,
Constant Troyon (París, Musée d’Orsay)
La entrada al pueblo de Sèvres, 1834, Constant Troyon
La entrada al pueblo de Sèvres, 1834, Constant Troyon (Sceaux, Musée de l’Ile de France)

Troyon se especializó en las representaciones de rebaños de vacas y bueyes, en las que se permitió efectos lumínicos particularmente acertados, como en el tardío cuadro Rentrée des troupeaux (1856, Reims, Musée des Beaux-Arts). En el Salón de 1859, propuso una visión magistral tomada desde las alturas de Saint-Cloud, donde el tamaño imponente del cuadro les pareció a algunos críticos desproporcionado por la supuesta falta de carácter del sitio.

El cruce del río, 1852, Constant Troyon
El cruce del río, 1852, Constant Troyon (París, Museo del Louvre)

Narciso Diaz de la Peña

Hijo de emigrantes españoles, el pintor Narciso Díaz de la Peña (Burdeos 1807 – Menton 1876) comenzó su carrera artística en la década de 1830 pintando sobre porcelana pequeñas escenas sacadas de la mitología galante heredada del siglo XVIII y del gusto romántico por el paisaje (Nymphe caressant l’Amour, 1855, París, Musée d’Orsay). A partir de 1837 trabajó con el grupo de Barbizon, tratando sus numerosos paisajes con un materia pictórica grasa y muy trabajada lo que le permitía conseguir excelentes efectos lumínicos, ejerciendo así una influencia sobre los impresionistas.

Comida campestre en el bosque de Fontainebleau, 1863, Narciso Díaz de la Peña
Comida campestre en el bosque de Fontainebleau, 1863, Narciso Díaz de la Peña (Colección privada). Este cuadro fue dedicado a Claude Monet: en la parte posterior, podemos leer
«al artista Claude Monet. N. Díaz».

Díaz de la Peña desarrolló de forma original y sintética el mensaje de Rousseau. Sin buscar la profundidad de inspiración del maestro, destacó por el tratamiento de la luz atravesando los espesos bosques, granjeándose una gran aceptación entre los coleccionistas.

Claro en el bosque de Fontainebleau, 1869, Narciso Díaz de la Peña
Claro en el bosque de Fontainebleau, 1869, Narciso Díaz de la Peña (Colección privada)
Mujer recogiendo leña, 1856, Narciso Díaz de la Peña
Mujer recogiendo leña cerca de un estanque en el bosque, detalle, 1856,
Narciso Díaz de la Peña (Nueva York, Colección privada)

Jules Dupré

Especialista en pintura paisajística holandesa Jules Dupré (Nantes 1811 – l’Isle-Adam 1889), atento a la lección de Constable y amigo de Theodore Rousseau, trabajó solo de forma ocasional en Barbizon. Su arte, cercano al realismo poético y, como Rousseau marcado por el ardor romántico, aunque carente de su dimensión panteísta, valora la sensación de percepción. Produjo composiciones fuertemente arquitecturadas alrededor de enormes árboles nudosos, utilizando una abundante carga de materia pictórica. Sus marinas manifiestan un lirismo áspero y poderoso, distintas de las románticas vistas de la costa normanda del famoso pintor de marinas Jean-Baptiste Isabey (1767-1855). Sin embargo, con el tiempo, los toques de pintura terminan por disolverse en los efectos borrosos y una escritura que perturba la distinción entre la obra terminada y el boceto.

L’Isle-Adam, c. 1830, Jules Dupré
L’Isle-Adam, c. 1830, Jules Dupré (París, colección privada)
El viejo roble, 1870, Jules Dupré
El viejo roble, 1870, Jules Dupré (Washington, National Gallery of Art)
Mar agitado, c. 1870, Jules Dupré
Mar agitado, c. 1870, Jules Dupré (Hamburgo, Kunsthalle Museum)

La escuela de Barbizon mostró así una variedad de formas, estimuladas por la tensión entre la comprensión realista de la naturaleza y la lección de los maestros antiguos y modernos. Sin embargo, ningún artista logró representar la dimensión metafísica del paisaje como Rousseau. Solo Jean-François Millet supo encontrar esa forma elevada, casi metafísica y de esencia romántica, mostrando de manera profundamente humanista y realista la sociedad rural del siglo XIX. Camille Corot y Théodore Rousseau fueron los grandes artesanos de la aparición del paisaje moderno.


Bibliografía

Parinaud, André. Barbizon : Les origines de l’impressionnisme. Adam Biro. Paris, 1994
Caille, Marie-Thérèse. L’auberge Ganne. Éditions Gaud, 1991
Bouret, Jean. L’école de Barbizon et le paysage français au XIXe siècle. Ides et Calendes, 2001
Pomarède, Vincent. L’école de Barbizon : peindre en plein air. cat. exp. Lyon, musée des Beaux-Arts, 2002
Georgel, Chantal. La Forêt de Fontainebleau, un atelier grandeur nature. cat. exp. Musée d’Orsay, RMN, 2002