El gran estilo romano

La pintura barroca

El término barroco designa un estilo artístico que se impone en Italia y en Europa en el siglo XVII. Los precursores inmediatos del barroco son el Alto Renacimiento y el Manierismo. El estilo barroco se opone a las tendencias que caracterizaban el arte del Renacimiento: reglas de proporciones clásicas, armonía de los volúmenes, de la luz y el color. El punto de partida de esta corriente artística, es el arte romano del siglo XVII, corriente que se impuso más tarde en otros centros italianos y europeos, sobre todo en Francia, en España y en los Países Bajos donde coexisten la escuela holandesa y la escuela flamenca. Junto con una nueva concepción del espacio, los artistas romanos difundieron un nuevo y fastuoso repertorio decorativo, intrínsecamente ligado a la arquitectura por los estucos, los frescos y los grabados, pero que se aplicará también a muebles, tejidos, orfebrería, decorados para fiestas y al arte de la puesta en escena. Tres artistas fueron los protagonistas de la renovación estilística en Roma: Caravaggio, Annibale Carracci y Rubens. Serán sus obras y las de sus contemporáneos presentes en la ciudad las que van a encarnar este giro decisivo en la historia del arte. Época durante la cual Europa está dominada por la cuestión religiosa. El concilio de Trento en 1563 había reafirmado la importancia de las imágenes confiriéndoles una función muy precisa: instruir al pueblo cristiano como lo habían hecho las imágenes medievales. Algunas órdenes religiosas creadas durante la Contrarreforma conceden una importancia fundamental a lo visual y a las emociones que ello suscita. En 1600 en Roma las artes encuentran la forma de «instruir, emocionar y gustar». Los hombres de letras empiezan a reconocer que hay que aplicar a la pintura los preceptos poéticos de Taso, según el adagio de Horacio ut pictura poesis (como la pintura así es la poesía), un verdadero diálogo entre pintura y poesía.

La inspiración del poeta, hacia 1629-1630, Nicolas Poussin, París, Museo del Louvre
La inspiración del poeta, hacia 1629-1630, Nicolas Poussin
(París, Museo del Louvre)

El joven de la derecha que escribe bajo la inspiración de Apolo es quizás Virgilio; la mujer de pie, a la izquierda, podría tratarse de Calíope, musa de la elocuencia y de la poesía. Este cuadro realizado por Poussin en honor de un poeta contemporáneo, expresa la pasión del pintor por el clasicismo.

El sentido de la belleza según Annibale Carracci

Annibale Carracci (Bolonia 1560 – Roma 1699) es la personalidad más brillante del grupo de los Carracci (hermano de Agostino y primo de Ludovico), quienes propusieron desde Bolonia, un plan fundamental de renovación de la pintura para reaccionar contra el agotamiento de la cultura manierista, propugnando un retorno a la naturaleza y a la historia. El arte de Annibale Carracci abrió otra vía al esfuerzo emprendido por la Contrarreforma para favorecer el sentimiento religioso, no por la emoción dramática, sino por la manifestación de un mundo perfecto que pueda ser una promesa de eternidad para el creyente. El estudio de lo verdadero y reinterpretar las obras de los grandes maestros del siglo XVI (de Rafael a Correggio, y de la escuela veneciana a la escuela emiliana) es la base en la que se apoya esta tendencia innovadora que tendrá consecuencias importantes sobre la pintura del siglo XVII; ello se expresa a través de la actividad de la Academia fundada por los Carracci en Bolonia: Academia de los Desiderosi (deseosos de aprender) 1582 y de los Incamminati (encaminados) 1590, poniéndose de manifiesto por vez primera en la realización de una serie de decoraciones al fresco ejecutadas en común y siempre en Bolonia, sobre temas mitológicos y temas literarios. Durante sus viajes en Toscana, a Parma y Venecia (1583 – 1586), Annibale enriquece su formación y afina sus orientaciones artísticas, alcanzando toda la madurez de sus medios de expresión cuando abandona el ambiente boloñés y se instala en Roma en 1595 llamado por Odoardo Farnesio para la realización de la gran decoración mural de la Galería del mismo nombre, la cual fue el punto de partida fundamental y obligada referencia para toda la pintura del siglo XVII.

Techo de la galería Farnesio, 1598, Annibale Carracci y taller
Techo de la galería Farnesio, 1598, Annibale Carracci y taller (Roma, palacio Farnesio)
Triunfo de Baco, 1597-1602, Annibale Carracci
Triunfo de Baco y Ariadna, 1597-1602, Annibale Carracci
(Roma, Galería del Palacio Farnesio)

La poética inquietud de las obras precedentes del artista, se transforma aquí en un noble ideal mediante la observación de la naturaleza. Belleza erudita, fundada en la Antigüedad y en el Renacimiento, en las formas de Rafael y de Miguel Ángel (bóveda de la capilla Sixtina, y en la Loggia de Psique de Rafael en la Farnesina).

Triunfo de Baco, Annibale Carracci, detalle

Para esta escena el pintor se habría inspirado de un sarcófago antiguo. En ella interpreta perfectamente los colores claros y alegres que caracterizan sus composiciones.

La huida a Egipto, 1603, Annibale Carracci
La huida a Egipto, 1603, Annibale Carracci (Roma, Galleria Doria Pamphili)

Se trata de una de las lunetas para la capilla del Palacio Aldobrandini (realizadas en colaboración con sus alumnos 1603-1604) prototipo del paisaje clásico. Annibale propone aquí una nueva concepción del paisaje que marca otro momento clave en la historia del clasicismo europeo.

Pietro da Cortona

Pietro Berretini, llamado Pietro da Cortona (Cortona, Arezzo 1596 – Roma 1669), pintor y arquitecto, fue un excepcional intérprete del barroco. En su pintura, expresa una faceta brillante y suntuosa de la corriente pictórica más teatral del siglo XVII europeo, el barroco. Su primera formación se sitúa en Toscana, pero se marcha a Roma a la temprana edad de dieciséis años. Las experiencias romanas fueron determinantes para su formación: el estudio de la pintura de Rafael y de los venecianos del siglo XVI (Tiziano, Tintoretto, Veronese), el conocimiento de la obra de Annibale Carracci y de las primeras esculturas de Bernini, con quien, bajo el patrocinio de Urbano VIII Barberini, trabaja en el palacio familiar. En efecto, entre 1633 y 1639, pintó en la bóveda del salón de fiestas del palacio Barberini el Triunfo de la Divina Providencia. En esta obra se combina la elocuencia narrativa rafaelesca y la oportunidad de la elección del color veneciano en una composición espectacular fundada sobre perspectivas múltiples y una ilusionista puesta en escena; Pietro inaugura así el «cortonismo» que tendrá un gran número de adeptos. En Florencia para Fernando II de Médicis, realiza la decoración de diversas salas del palacio Pitti. A su regreso definitivo a Roma continúa dedicándose a los frescos (palacio Pamphili, iglesia Nuova) aunque una gran parte de ellos fuesen realizados por sus alumnos. En el marco de la arquitectura, hay que recordar la renovación de Santa Maria della Pace, a la que añade un pórtico semicircular en la fachada, inscrito dentro de un contexto urbano también remodelado.

Triunfo de la Providencia, 1632-1639, Pietro da Cortona
El Triunfo de la Divina Providencia, 1632-1639, Pietro da Cortona (Roma, Palazzo Barberini)

Este mural se realizó para conmemorar el pontificado de Urbano VIII quien es glorificado en la bóveda del palacio Barberini, bajo la forma de una corona de laureles sostenida por tres personajes representando las tres virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, con los distintivos papales y las abejas, símbolo de la familia del papa.

En la carrera artística de Pietro da Cortona fue crucial su relación con las viejas familias patricias de Roma: Marcello Sacchetti, gran viajero, mecenas y coleccionista, Cassiano Pozzo, la familia Barberini a la cual pertenecía Urbano VIII y el cardenal Francesco que no tardó en apreciar el talento de Pietro. Los encargos de estos comitentes fueron  la clave de su éxito.

El rapto de las Sabinas, 1626-1631, Pietro da Cortona
El rapto de las Sabinas, 1626/31, Pietro da Cortona
(Roma, Pinacoteca Capitolina)

Se trata de una de las primeras obras ejecutadas para Marcello Sacchetti, protector de Pietro y hombre de una profunda cultura quien presentó al pintor a la familia Barberini. Los personajes y sus ropajes cuidadosamente representados gracias a un profundo estudio de lo antiguo, evocan la historia y el episodio dramático por la capacidad del artista en crear tensión en los gestos y en las expresiones de los personajes. En el fondo del cuadro figuran elementos arquitecturales, estatuas y monumentos antiguos, templos, columnas, obeliscos, en medio de una exuberante vegetación:  todo el conjunto constituye un tipo de escenografía teatral.

Eneas llegando a la desembocadura del Tiber, 1651-1654, Pietro da Cortona
Eneas llegando a la desembocadura del Tiber, fresco correspondiente al ciclo Historia de Eneas, 1651-1654, Pietro da Cortona (Roma, palacio Pamphili)

Andrea Pozzo y la meditación con imágenes

Pintor, arquitecto y decorador, la obra de Andrea Pozzo (Trento 1642-Viena 1709) fue de una gran importancia para el arte religioso barroco en los países católicos. Recibe su primera formación en Italia del Norte y en Roma, realizando una síntesis de la cultura figurativa contrarreformista. Su gusto por los efectos ilusionistas se expresa en los frescos de San Ignacio de Roma, donde fue invitado por el general de los jesuitas. La obra La gloria del santo (1691-1694) pintada en la bóveda de la iglesia es su obra más conocida; la rigurosa construcción de la perspectiva enmarca las libres fantasías de esta composición donde los ángeles y los santos flotan por los aires. En 1703, Andrea Pozzo se instala en Viena donde decoró la universidad, el palacio Liechtenstein y el Colegio de los jesuitas, puntos de referencia esenciales para el arte del siglo XVIII en los países alemanes. La construcción de la perspectiva en la obra de Pozzo se basa en elementos arquitectónicos ilusionistas y fantásticos, abriendo así la vía a un nuevo concepto decorativo que tuvo un gran éxito.

La gloria del Santo, 1691-1694, Andrea Pozzo
La gloria del Santo, 1691-1694, Andrea Pozzo (Roma, iglesia San Ignacio)

Esta pintura mural en honor de san Ignacio de Loyola, fundador de la orden religiosa de la Compañía de Jésus, representa las alegorías de los cuatro continentes donde los jesuitas evangelizaban.

Entre las nuevas órdenes religiosas nacidas después del concilio de Trento, la Compañía de Jesús utiliza el arte como un medio de comunicar la renovación que se produjo de la práctica religiosa. Ignacio de Loyola recomienda la meditación por medio de las imágenes como una vía de acceso a la emoción. El padre Pozzo recibió el encargo de reestructurar la Casa Profesa de los jesuitas en 1679, en la que imagina una decoración con un solo punto de vista a partir de la puerta del fondo del corredor, como el umbral de un privilegiado espacio de iniciación.

Casa de los jesuitas, Andrea Pozo
Casa de los jesuitas, corredor, Andrea Pozzo
hacia 1680, (Roma)

Luca Giordano, un artista internacional

El opulento lenguaje decorativo elaborado en Roma durante la primera mitad del siglo XVII, tendrá un gran éxito en las cortes europeas. Luca Giordano (Nápoles 1634-1705) aprendió el oficio en su ciudad natal, en el taller de José de Ribera. Con poco más de veinte años se traslada a Roma donde entra en contacto con Pietro da Cortona y con la suntuosa tradición decorativa propia de un Veronese. En esta ciudad y según la costumbre de la época, copiaba los cuadros de los grandes maestros del siglo XVI, trabajando con una rapidez tan prodigiosa y con una facilidad tan sorprendente que recibió el apodo de Luca Fa Presto. Alterna periodos de trabajo en Nápoles con viajes a otras ciudades. En Venecia el estilo clasicista de Luca Giordano de inspiración romana, se enriquece con una luminosidad cromática y una composición más amplia, lo cual se hace evidente en los cuadros con las Escenas de la vida de la Virgen (1667) para la iglesia Santa Maria della Salute. La influencia de Veronese aparece en las obras de Giordano en distintas iglesias de Nápoles, donde la objetividad naturalista de la luz del pintor veneciano, se convierte allí en una pura diversión pictórica. Esta tendencia es retomada y profundizada en las obras al fresco realizadas en Florencia (1682-1686) en la bóveda de la galería del palacio Medici-Riccardi, y durante la fértil etapa pasada en la corte de España trabajando en el palacio real de Madrid (1602-1702) donde Giordano fue llamado por Carlos II; finalmente, en la capilla del Tesoro de San Martín (1704) en Nápoles, la magnificencia barroca en las composiciones de Pietro da Cortona y Giovanni Lanfranco se disuelven en la airosa luminosidad de la nueva pintura «atmosférica», liberada de toda referencia naturalista y anunciadora del gusto decorativo que se desarrolló durante el siglo XVIII durante el período Rococó, entre otros lugares, en el Véneto con el más grande decorador del siglo Giambattista Tiepolo

Galería del palacio Medici-Riccardi, Luca Giordano
Galería del palacio Medici-Riccardi, Luca Giordano, detalle
Bóveda de la Galería del palacio Medici-Riccardi y detalle, hacia 1659, Luca Giordano,
(Florencia, palacio Medici-Riccardi)

El marqués Francesco Riccardi compró el palacio ancestral de la familia Médicis e hizo decorar la galería por Luca Giordano. Alrededor de la bóveda se ha representado el mundo mitológico vencido por la racionalidad de las conquistas científicas contemporáneas, representadas por una alegoría de la familia Médicis como una alusión a los descubrimientos de Galileo. En este majestuoso fresco y con un ritmo fluido lleno de acontecimientos, Pietro hace transitar al espectador desde los Campos Elíseos hasta la muerte de Adonis o al triunfo de Neptuno, por medio de una poética alegre, pura e imaginativa, que se despliega libremente sobre el azul del cielo.