August Macke en el contexto expresionista

Un anhelo de armonía

La obra de August Macke (1887-1914) está imbuida de un anhelo de armonía. Rechaza toda realidad política y social, contrariamente a los artistas de La Nueva objectividad, Dix, Grosz y Beckmann que creaban impresionantes documentos de la guerra y la marginación social, en la obra de Macke, trabajo, dolor y muerte no tienen cabida en su obra. Lo mismo puede constatarse en la obra de su gran amigo Franz Marc, en cuya concepción el hombre era indigno de ser aceptado en el paraíso; únicamente el animal tenía la capacidad de vivir en harmonía con la naturaleza. Cuán extrañas deben haber parecido, entonces, en el contexto expresionista las figuras que pueblan la obra de Macke: damas con vestidos blancos y sombreros de ala ancha, señores con elegantes trajes y sombreros de hongo. En ociosas tarde de domingos, ellos pasean a lo largo de parques y avenidas llenas de escaparates, o descansan en los cafés de esos parques. Se trata, pues, precisamente de los típicos representantes de esa clase social y de esas escalas de valores que rechazaban con animadversión los expresionistas.

Tienda de moda, 1914, August Macke
Tienda de moda, 1914, August Macke, Munich, Staatsgalerie Moderner Kunst.

Si en sus comienzos, Macke adoptó como modelo Böcklin, cuyas pinturas había visto en el Museo de Arte de Basilea, solo a partir de su contacto con la obra impresionista – como resultado de su primer viaje a París en julio de 1907 – su obra empieza a desarrollar rasgos estéticos independientes. La grandiosidad del color imponente y brillante fue para él una revelación: «Cuando después de estar en el Louvre y ver todo, llegué al Luxemburgo y vi a Manet, Degas, Pissarro, Monet, tuve la sensación de haber salido de un cráter a la luz del sol», escribía entusiasmado a la que sería su esposa Elisabeth Gerhardt.

Ballet ruso, 1912, August Macke
Ballet ruso, 1912, August Macke, Bremen, Kunsthalle.
Iglesia engalanada, 1914, August Macke
Iglesia engalanada, 1914, August Macke, Mülheim an der Ruhr, Kunstmuseum.

En sus primeras obras, los valores cromáticos individuales se ven claramente delimitados y separados el uno del otro; los motivos poseen una estructura simple y estática. Se manifiesta aquí claramente el deseo de Macke de concederle a cada obra una armonía interior, este esfuerzo se observa desde el comienzo de su obra, y en el cual se sentía ratificado por el ejemplo de Matisse. Un cuadro como Niña rubia con muñeca, reúne para Macke estas cualidades. La pintura es determinada por aquel contraste rojo-verde que caracterizará también sus posteriores motivos de Paseantes en el parque.

Niña rubia con muñeca, 1910, August Macke
Niña rubia con muñeca, 1910, August Macke, Sprengel Museum Hannover.

En enero de 1910 Macke viajó a Munich para conocer a Marc, cuyas obras había visto en la galería Brakl. A partir de ese momento, se desarrolló una larga y profunda amistad con Marc, a través del cual entró en contacto con los artistas de Munich, Kandinsky y otros miembros del Blaue Reiter (Jinete Azul). Expuso junto con ellos y aportó al almanaque un texto (Las máscaras).

La Madurez y los motivos cubo-futuristas

Dos encuentros artísticos importantes llevaron su obra a la total madurez a finales de 1912 y comienzos de 1913. El Orfismo de Delaunay fue responsable de un incremento en el ritmo del color, mientras que el Cubismo y el Futurismo lo instaron a insertar las formas en una estructura más compacta y densa. En una exposición futurista en Colonia, en octubre de 1912, vio Macke por primera vez obras de Umberto Boccioni, Gino Severini y Carlo Carrà. A través del Futurismo, dos años más tarde su pintura tampoco pudo eludir más las ideas de una reducción formal prismática o cubista. Paisaje con vacas y camello de 1914 y Composición en color de 1912, son respectivamente destacados ejemplos de su adaptación «órfica» y del proceso hacia la abstracción de su arte. En estos cuadros, Macke se ocupa y trabaja exclusivamente con una innovación formal y la convierte en el verdadero tema del cuadro. Sin embargo, siempre abandonará esas posiciones extremas por la búsqueda de un equilibrio armónico entre todos los elementos formales de la composición. Esto se muestra claramente en Niños al pie de la fuente de 1914 comparable por oposición a Muchachas bañándose con ciudad al fondo de 1913, donde Macke compone su motivo a partir de segmentos geométricos de círculos, que dan al conjunto de la pintura una superficie móvil. La figura oscura en el borde del primer plano del cuadro actúa como répoussoir y genera una profunda perspectiva a modo de remolino hacia los tres desnudos del plano medio. Sus cuerpos claros iluminan todo el entorno y forman el centro de la composición.

Composición en color (Homenaje a Juan Sebastián Bach,) 1912, August Macke
Composición en color (Homenaje a Juan Sebastián Bach,) 1912, August Macke, Colección privada.
Muchachas bañándose con ciudad al fondo, 1913, August Macke
Muchachas bañándose con ciudad al fondo, 1913, August Macke, Múnich, Pinakothek der Moderne.
Niños al pie de la fuente, 1914, August Macke
Niños al pie de la fuente, 1914, August Macke, Bonn, Kunstmuseum.
Muchacha con peces en un gran recipiente de cristal, 1914, August Macke
Muchacha con peces en un gran recipiente de cristal, 1914, August Macke, August Macke, Wuppertal, Von der Heydt Museum.

En Gran escaparate luminoso de 1913, es muy probable que el motivo fragmentado cubo-futurista de este cuadro esté relacionado directamente con la pintura de Umberto Boccioni La calle penetra en la casa del año anterior que Macke pudo ver en 1912 en la galería Der Sturm de Berlín. También le fascinan las pinturas de ventanas de Robert Delaunay, que lo visita en Bonn en enero del año siguiente.

Gran escaparate luminoso, 1913, August Macke
Gran escaparate luminoso, 1913, August Macke, Hannover, Sprengel Museum.

En la obra Paisaje con vacas y camello de 1914, el motivo se subordina a la red formada por triángulos contiguos y contrapuestos. A los valores oscuros de la periferia del cuadro se opone el amarillo claro y luminoso del centro. El color produce así una succión y un magnetismo espacial hacia dentro de sí mismo, que anula el efecto plano de la estructura formal. En Muchachas bajo los árboles del mismo año, Macke renuncia a esta distribución estrictamente geométrica en favor de una configuración formal más libre; el colorido contraste del azul y blanco incrementa la luminosidad y transparencia del cuadro.

Paisaje con vacas y camello, 1914, August Macke
Paisaje con vacas y camello, 1914, August Macke, Zürich, Kunsthaus.
Muchachas bajo los árboles, 1914, August Macke
Muchachas bajo los árboles, 1914, August Macke, Múnich, Bayerische Staatgemäldesammlungen Pinakothek der Moderne.

Gran jardín zoológico

Si hay una obra que ocupa una posición sobresaliente en la obra de Macke es el Gran jardín zoológico. Creada en 1913, es su obra más grande en cuanto a tamaño, y la única que adopta la forma del tríptico. Sin embargo, Macke neutraliza el efecto del tríptico creando una composición homogénea que se extiende a lo largo de los tres lienzos. Representa la esencia de su creación artística tanto formal como iconográficamente, es decir, tanto en cuanto a la elaboración de patrones futuristas y «órficos» como en cuanto a la ampliación de su canon individual de motivos. Se trata de la obra más certera y adecuada para realizar su tema del Jardín del Paraíso Terrestre. En él, el hombre y el animal se encuentran en la naturaleza; y a pesar de que aún pueden verse las rejas, estas han perdido su función de barrera. Las figuras parecen estar congeladas; toda la escena está regida por un silencio meditativo, para lo cual Macke ha renunciado a todo detalle narrativo.

Gran jardín zoológico, 1913, August Macke
Gran jardín zoológico, 1913, August Macke, Dortmund, Museo Ostwall.

El hombre, en armonía con el animal y la naturaleza, no aparece como individuo con rasgos personales; se representa solo esbozado, tipificado, caracterizado como representante de su clase y de su estrato social. La mujer con vestido blanco a la moda y los hombres con traje y sombrero son los representantes de la sociedad burguesa de la era industrial.

El Oriente: ese desconocido

En el otoño de 1913, Macke viajó a Hilterfingen, al pie del lago de Thun, donde casi a diario lo iba a visitar el pintor Louis Moilliet y donde ambos trabajaban intensamente. El 8 de enero de 1914, Paul Klee se reunió con ellos, llevándoles la idea de un viaje de estudios a Túnez. A Macke esta propuesta le pareció excelente por diversos motivos. El Oriente siempre había sido para él el desconocido lugar de sus nostalgias, donde esperaba el paraíso terrenal personificado. Un vistazo a la realidad que lo circundaba le habría bastado para saber que el idilio que había pintado en sus cuadros era, a pesar suyo, solo una ilusión. A principios de abril de 1914 se desplazó solo hasta Marsella, donde se encontró con Klee y Moilliet. Continuaron el viaje juntos en barco con rumbo a Túnez, y luego hacia otros lugares del interior de Marruecos. El viaje duró en total tres semanas, pero fue de primordial importancia para la obra posterior de los tres pintores. Durante este corto espacio de tiempo, Macke pintó numerosas acuarelas y dibujos, además de cientos de bosquejos en sus cuadernos de notas. Después de su regreso surgieron 36 pinturas, en las que transcribió los motivos que había traído de su viaje.

Mercado en Túnez, 1914, August Macke
Mercado en Túnez, 1914, August Macke, Colección privada.
Paisaje de Túnez, 1914, August Macke
Paisaje de Túnez, 1914, August Macke, Colección privada.
Café turco I, 1914, August Macke
Café turco I, 1914, August Macke, Bonn, Kunstmuseum.

El estallido de la guerra interrumpió bruscamente esta productiva fase de trabajo. Macke entró en el ejército en calidad de soldado y cayó pocas semanas más tarde, el 26 de septiembre de 1914. Marc publicó un artículo necrológico por su amigo: «En la guerra todos somos iguales. Pero entre miles de valientes una bala hirió a uno irremplazable. Con su muerte se le ha cortado una mano a la cultura de un pueblo, se le ha cegado un ojo {…} Nosotros, los pintores, bien sabemos que con la separación de sus armonías de color el arte alemán palidecerá en algunas series tonales y adquirirá un acorde opaco, seco. Fue él, de entre todos nosotros, quien dio al color el acorde más claro y puro, tan claro y puro como lo fue todo su ser».


Bibliografía

Louis Moilliet. August Macke. Catalogue d’exposition, Berne Centre Paul Klee, 2014
Elger Dietmar. L’Expressionnisme. Une révolution artistique allemande. Taschen, 2000
Anna Meseure. August Macke, 1887-1914. Taschen, 2000.
Magdalena Moeller. August Macke : le voyage en Tunisie. Hazan, 1990
Collectif. Franz Marc, August Macke : l’aventure du Cavalier Bleu. Exp. musée de l’Orangerie. 2019